Maitei. Mba´éichapa? Peike peikua´a hagua mba´epa oi ko´ape!!

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Este es un espacio que buscará rescatar algo de mis redacciones diarias de noticias, en especial aquellas con enfoque de desarrollo campesino, cultural y las iniciativas de las poblaciones de la rivera, entre otros temas interesantes y positivos.

KuKu AkaNgO MaRAnDu representa un lugar en donde demostraré que los fantasmas y tabúes que aún rondan en nuestra sociedad no son un impedimento para que la gente pueda sobresalir, buscar mejores fronteras para el desarrollo y tener una vida digna.

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jueves, 2 de febrero de 2012

NAVIDAD DE CLÉRICO (Arreglado) - Y una breve historia

Este disco tiene su historia. Trataré de resumirlo de manera breve. Corría allá por el año 2010, en el mes de diciembre, cuando días antes de la noche buena, escuche un trozo de Navidad de Clérico por Radio Fe y Alegría.

Me encantó la letras de la poesía mezclada con la música de Dos trocitos de madera de Maneco Galeano, llegó tan profunda la letra del relato que describía de manera perfecta lo que sentía acerca de la navidad. Resaltaba mi rechazo por esa navidad de papa Noel y nieve.

Pero vaya mi sorpresa que al buscar la música, los editores la mutilaron y solo dejaron estrofas de la canción. Desde allí inicio mi búsqueda de este disco.

Y hoy hurgando entre discos de música nacional, llegó a mis manos sin darme cuenta. Fue grande mi sorpresa al verla entre mis manos, no dude en comprarlo.

Ahora aquí va la letra de Navidad de Clérico, corregida.


Escrito por Maneco Galeano
Interpretado por José Antonio Galeano

Mi Navidad es un recuerdo de petardos y de estrellitas, de campanas que dieron al viento norte chaqueño el vuelo de anuncios y el milagroso encuentro con el Dios hecho niño hasta el cual día un luminosos lucero. Es un recuerdo renacido año tras año con su cúmulo de alegría triste y villancicos, y de lo que después supe se llaman compuestos.

Mi Navidad finalmente es de pesebres y clericó, aunque de aquellos tengo memoria por su belleza, y a este lo conocí una noche buena en la que el vino mezclado con frutas y azúcar, se me encendió en el alma y en el cuerpo. Entonces quise salir a correr y contarle al mundo que había dejado de ser niño, que estaba ebrio de alegría porque había nacido el hombre que derrotaría al mal desde un árbol hecho cruz. Fue de pájaros esa alegría cuando vi la aurora en Puerto Pinazco, una mañana más del eterno estío en la que encerraban todas las mañanas.

Qué lindo que está el pesebre,
mirána un poco el yvu,
y en sus orillas cantando
su tristeza un kururu.

No recuerdo haber visto nieve en mis navidades literalmente todas ellas han sido de puro color verde, con el adorno de las flores del chivato mi esperanza era mayor puesto que duraba desde el 25 de diciembre hasta el 6 de enero tiempo en el que inexorablemente mi pensamiento era de camellos y coronas ese era el lapso justo que necesitaba la ilusión para convertirse en juguete. Como al sentirme niño también lo tenía a Jesús en el alma, quería otorgar ese tiempo a mis amigos los Reyes para que trajeran a beber en mi ventana la reparadora idea del agua a sus camellos. Por ello, mi Navidad sigue siendo de clericó, porque cuando era pequeña veía como los ojos de los mayores se hacían rutilantes después de la primera jarra. Y cuando me permitieron sumirme en sus vahos supe que esa es la síntesis de la gloria y el canto de todos los aleluyas paraguayos.

Dos trocitos de madera
ya techaron el establo,
en el cielo hay una estrella
que guía a los reyes magos.

Sí, mi Navidad sigue siendo de pesebres, aún recuerdo como dejaba caer los granitos de arena para componer el camino por donde debían llegar los Reyes Magos hasta el establo. También recuerdo que la ovejita de barro tenía su lugar en el terrón de pasto, y que la Virgen María miraba al niño moreno desde la izquierda de su cuna de pajuelas, mientras San José velaba ambas presencias desde la derecha de la misma cuna. El inmenso orgullo estallaba cuando los visitantes vecinos se despedían con el fulgurante lugar común: Esta muy lindo tu pesebre.

De quebrados son esos recuerdos por la dureza. Las tardecitas de aserrín se comenzaron a adornar de niñas cuando deje de lado mi afición por componer pesebres. Entonces trataba de aparear mi paso al de alguna buena moza para que recorriéramos juntos los pesebres. Que difícil se me hacia la conversación entonces. Menos mal que en una de esas encuentre la ayuda del ya comentado clericó el cual tuvo la virtud de poner en mis labios el primer piropo.

Con chipa se hizo la cena
y un pedazo de mbeju,
estamos en Nochebuena,
la noche del mborayhu.

Si mi Navidad es de verano, no recuerdo haber visto pinos con copos de nieve, sino erguidos eucaliptos de estatura chaqueña. Las guirnaldas eran solo de hojas puestas naturalmente por la enramada, a lo sumo, el adorno adicional era de una estrella de papel plateado, colgada de la rama más alta porque se la debía ver desde lejos para la buena guía.

Era más larga mi Navidad porque el acto de despedida ocurría el día 5 de enero por la noche cuando mis polvorientos zapatos salían a habitar ventanas, y a veces hasta ponía dos pares, porque papá o mamá decían que los regalos de los Reyes quizás no fueran a caber en uno solo.

Tuve muchas veces esa suerte lo confieso, porque la generosidad progenitora comenzaba siempre por favorecer mi niñez feliz.

Es doloroso reconocer que hoy alcancé el metro noventa de estatura, y no puedo hacer nada para evitar que me cambien la Navidad. Yo lo quiero mucho a papá Noel, pero no consigo reconocerme en él porque hace demasiado tiempo soy amigo de tres Reyes y no lo puedo olvidar, puesto que son parte de las lágrimas que ahora se me escapan.

(El niño, José y María
moldeados en el barro
dan la imagen navideña
itá jegua color rosado)

Porque es fiesta que reúne a las sonrisas con las lágrimas siempre lloro en Noche Buena. Mientras los jarros de agua atraviesan las ventanas a la media noche buscando la realización de buenos augurios, me estallan las lágrimas en el rostro.

Sé que es de anuncio el momento y el anuncio es futuro, es también ese el momento en que quiero habitar una estrella para reconocerme en todos los niños del mundo, avisarles que faltan pocos días para que sus sueños de camellos y coronas se conviertan en juguetes y procurar que haya un juguete para cada uno de los niños del mundo. Ese también es el instante en que me gustaría elevar una jarra de clérico, hacer un ¡Viva al Paraguay! y fundirme en un abrazo de filiación humana con todos los habitantes de la sonrisa del mundo para decir una sola palabra: Paz.

(El pesebre, los amigos
y el cariño hacia Jesús,
se enlazaron con la caña
y el famoso arro kesu.
En la tierra el pasto verde
y en la mente una ilusión,
opaichagua oí la gente
ovy´a che koraso)


Porque pretendí sumar mi canto al de muchos hace una larga ausencia escribí los versos, ese es mi regalo al que murió pidiendo: Paz para los hombres de buena voluntad. Al final del camino quizá lo encuentre sin llagas y fulgurante, así como nació una madrugada en que se me ocurrió llevarle:

(De regalo sandía y chipa,
naranjitas y pakova,
peguerúke lo mitá
Ñandejara´i pe guara)

Hay que poner en orden el pensamiento que se dispersó en las líneas que preceden, porque los recuerdos son numerosos y por la natural emoción, en verdad los versos tienen este orden:

Dos trocitos de madera
ya techaron el establo,
en el cielo hay una estrella
que guía a los reyes magos.
El niño, José y María
moldeados en el barro
dan la imagen navideña
itá jegua color rosado.

De regalo sandía y chipa,
naranjitas y pakova,
peguerúke lo mitá
Ñandejara´i pe guara.

Con chipa se hizo la cena
y un pedazo de mbeju,
estamos en Nochebuena,
la noche del mborayhu.
Qué lindo que está el pesebre,
mirána un poco el yvu,
y en sus orillas cantando
su tristeza un kururu.

De regalo sandía y chipa,
naranjitas y pakova,
peguerúke lo mitá
Ñandejara´i pe guara.

El pesebre, los amigos
y el cariño hacia Jesús,
se enlazaron con la caña
y el famoso arro kesu.
En la tierra el pasto verde
y en la mente una ilusión,
opaichagua oí la gente
ovy´a che koraso.

De regalo sandía y chipa,
naranjitas y pakova,
peguerúke lo mitá
Ñandejara´i pe guara.

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